Una década y media atrás, los fabricantes más importantes de memoria RAM establecieron un acuerdo de precios que les permitió inflar el valor de sus productos, ya sea como módulos individuales o preinstalados en otros sistemas. La justicia estadounidense detectó y condenó la maniobra, además de ordenar el pago de una indemnización a los usuarios afectados. Las redes sociales reportan que los primeros cheques ya se encuentran en el correo, y aunque es muy tarde para el resto del mundo, también es bueno saber que las cosas han cambiado desde entonces.
Si has vivido en los Estados Unidos entre el 1 de enero de 1998 y el 31 de diciembre de 2002, y dentro de ese período adquiriste alguna clase de dispositivo con memoria RAM en su interior, lo más probable es que, de haber seguido el proceso legal apropiado, recibas un cheque con una suma fija a modo de compensación. Muchas personas al otro lado del charco fueron recientemente sorprendidas con un cheque que oscila entre los 70 y los 128 dólares, pero como nadie acostumbra regalar dinero, es necesaria una explicación más profunda. Entre 1998 y 2002, los fabricantes principales de memorias RAM establecieron un acuerdo de precios en segundo plano que los habilitó a inflar de manera artificial el costo final de sus productos.
Esta clase de maniobras no hacen más que destruir el concepto de competencia en un mercado, y perjudicar el bolsillo del consumidor. Si la idea de que media docena de pillos se junten a tomar café y decidan manipular precios sólo porque pueden hacerlo te parece despreciable, entonces ya entiendes la gravedad del asunto. El punto es que la justicia estadounidense ordenó en el año 2014 a los involucrados (entre los que se destacan nombres como Micron, Nanya, Elpida, Samsung, Crucial, Hynix, Infineon, Winbond y NEC) pagar la suma de 310 millones de dólares, de los cuales 200 millones fueron separados para los usuarios «de a pie», y que comenzaron a circular en los cheques antes mencionados.
Lógicamente, con la entrega de los cheques el proceso queda finalizado, ya que todas las vías de reclamo se cerraron en agosto de 2014, pero aún si llega quince años tarde, nos agrada saber que existió alguna forma de compensación, y que sirva como advertencia para que la «nueva generación» de pillos en el mundo de la informática no hagan algo parecido hoy.
