Metal Gear Solid fundó una esencia y una filosofía en la historia del desarrollo y experimentación de videojuegos al poder combinar acción e historia de una forma que no insultase la inteligencia del jugador, sino que la celebrase y la premiase minuto a minuto. 15 años atrás, Metal Gear Solid salía para Playstation y se convertía en uno de los juegos con más mística de la historia.
Desde el lanzamiento de Metal Gear Solid, aquel 3 de septiembre de 1998 cuando miles de japoneses se agolparon contra las puertas de los centros comerciales de Akihabara, la historia del juego ha sido experimentada por millones de personas y contada de varias maneras; hay una novela, una novela gráfica, una novela gráfica digital, un drama de radio, spins off, cortos realizados por fans y actualmente hay una película de acción en vivo basada en Metal Gear Solid que se encuentra en pre-producción y se supone que debería salir antes de los 3 años próximos. El impacto del juego creado por Hideo Kojima fue imponente y todavía lo es, y esto se debe, entre tantas cosas, a cómo se encaró la historia para ser contada de forma adulta y con una acción comedida, para lograr el tono justo entre una buena historia y un buen juego, donde hay espacios de tiempo para pensar lo que se está viviendo, para integrarse emotivamente a la historia y disfrutar de los personajes en su naturalidad, antes de ponerlos a trabajar a través de los botones de nuestro control.
Metal Gear Solid era la tercera entrega de la serie que había comenzado en 1989 en la MSX, pero sin embargo su versión para Playstation se convertía rápidamente en un éxito porque si bien la infiltración como mecánica y objetivo de juego no era original, hasta el momento no había tenido una ejecución tan sólida, combinada con el poder del relato de la historia, la sucesión de los hechos, el perfecto timing para las transición de la acción a la visualización pasiva de las cinemáticas y de esos diálogos intensos, llenos de giros y misterios descubriéndose a lo largo de nuestro paso entre guardias distraídos pero a la vez mortíferos. Entre la prueba y error que había que realizar para resolver los puzles y pasar los niveles, la pantalla de Game Over nos invitaba a continuar para volver a las referencias a toda la cultura de las películas de los 80 y principios de los 90, pero mezcladas con el tono oscuro y sentimental del cine japonés y el animé. Una de las características más conocidas por los fanáticos es que el cuerpo de Solid Snake estaba basado en un Jean-Claude Van Damme y su cara en la de Christopher Walken, lo que era todo un manifiesto de admiración y agradecimiento al tipo de entretenimiento brindado por aquellos actores.
A pesar de las habilidades de Solid Snake (excelsa puntería, supervivencia extrema, se podía hacer pasar por una caja, etc.) y de su característica de protagonista, fueron Vulcan Raven, Meryl, Gray Fox, Raiden, Otacon, Octopus, el comandante, Sniper Wolf, Revolver Ocelot (qué genialidad esa resolución, por favor), Psicho Mantis y los cientos de guardias que evadíamos, matábamos o desmayábamos los que se convertían en los elementos de los cuales enamorarse, ya que sus personalidades, características y relevancia para la historia estaba confeccionada con un detalle y un cuidado increíble, donde la experiencia del manga y animé japonés explica todo.
El juego, salido hace 15 años, tenía elementos innovadores para la época y que muy poco se han visto replicados después, como el de Psycho Matins controlando el joystick del usuario y también leyendo su tarjeta de datos, en un atravesamiento de la cuarta pared que impactaba y contribuía a la compenetración activa con la historia.
Mientras me llega un mensaje de texto a mi móvil, que tiene como ringtone el sonido del códec de Metal Gear Solid, recuerdo haber jugado durante una semana a MGS casi que sin descanso, repasando una y otra vez las conversaciones vía códec, ya que en ese momento sabía muy poco inglés. En aquellas escenas, que ni por asomo se me daba por cortar presionando el círculo en mi mando, podía ver como se entretejía la historia de amor, traición, lealtad, guerra y genética, provisto con un drama y realismo que habla muy bien de los actores de voz de este juego, también responsables de su éxito.
Con una de las bandas sonoras más ajustadas a la temática de un juego de fondo, el semblante sumiso pero útil y hasta valiente de Otacon, la misteriosa sensualidad poligonal de Meryl, el universo interno y los conflictos de Solid Snake, los psiquis extraviada de Psycho Mantis, la desesperación de nuestro jefe gritando nuestro nombre por el códec pensando que habíamos muerto, lo temible de Gray Fox, la perversidad de Ocelot, la puntería impecable de Sniper Wolf que nos obligaba a tomar diazepam para poder hacer algo contra ella y todo lo demás que viene después a medida que avanzas… qué juegazo.
Se cumplen 15 años de Metal Gear Solid, y si no lo jugaste, esta es una buena ocasión para experimentar un juego único en su especie y que modificó la experiencia del gamer adulto para siempre.