La pantalla del smartphone reclama un muy alto porcentaje de la energía disponible, dependiendo de la configuración y el modelo. En el pasado hemos visto alternativas basadas en tinta electrónica que reducen drásticamente el consumo, sin embargo, nadie quiere renunciar a los colores y la alta definición. Esto nos lleva al nuevo desarrollo de Bodle Technologies, una compañía surgida de la Universidad de Oxford, que busca crear una pantalla la cual no requiere de energía constante.
Una de las primeras recomendaciones en todas las guías de ahorro de energía para smartphones es reducir el brillo de la pantalla. De hecho, esta sugerencia cae directamente en lo genérico, y se extiende tanto a tablets como a consolas y ordenadores portátiles. Los fabricantes han implementado toda clase de trucos (timers, ajuste dinámico, sensores de luz, etc.), pero el efecto sigue siendo el mismo: La pantalla se devora la batería. Algunos modelos exploran el uso de la tinta electrónica, logrando así presentar información básica sin utilizar el panel principal, aunque son verdaderas rarezas en el mercado. Lo que busca la industria es lo mejor de ambos mundos, y así llegamos a Bodle Technologies, una start-up derivada de la Universidad de Oxford.
Además de haber recibido una suma considerable (pero no publicada) por parte del fondo OSI (Oxford Sciences Innovation), la compañía se encuentra en conversaciones formales con varios nombres de alto perfil para desarrollar una pantalla de smartphone que no consume energía. De acuerdo a la información disponible, se trata de una tecnología de cambio de fase, que utiliza pulsos eléctricos para reproducir imágenes y vídeos de alta definición, aún cuando el dispositivo se encuentra expuesto a la luz solar. El doctor Peiman Hosseini, fundador de Bodle Technologies, asegura que esta tecnología puede ser aplicada en múltiples formatos, incluyendo relojes y «ventanas» inteligentes, un mercado que se calcula crecerá hasta alcanzar los dos mil millones de dólares en 2017.
Si todo sale bien, esta pantalla podría eliminar de raíz la necesidad de cargar varias veces al día a un smartphone, ampliando los tiempos a una o dos veces por semana. Si a esto le sumamos los avances que se han logrado en materia de carga rápida, la idea de «esclavizar» un smartphone a su cargador será cosa del pasado.