Cada vez que una compañía de automóviles trata de imaginar «el futuro», lo hace a través de conceptos, bocetos, pinturas y modelos a escala. Previamente hemos disfrutado del espectacular trabajo de Syd Mead, y explorado desarrollos únicos como el Astra-Gnome, pero hoy vamos a ver de cerca al Ford «Beatnik», una creación de Gary «Chopit» Fioto. El diseño no es oficial, y a decir verdad le queda muy poco del Ford 1955 en el que se basó, sin embargo, su apariencia «Supersónicos» es extraordinaria, por más que los pasajeros terminen cocinados bajo esa cúpula transparente…
En el año 1958, la gente de Ford consideró seriamente unir al mundo de los coches con la era nuclear bajo el concepto del Ford Nucleon. Con la promesa de 8.000 kilómetros de autonomía, no fueron pocos los que lo imaginaron como «el coche del futuro», pero las dificultades técnicas y los riesgos asociados a la manipulación de material radiactivo provocaron que el Nucleon nunca fuera más allá de dibujos y modelos a escala.
Las fuentes abundantes de energía para nuestros vehículos deberán esperar, pero el deseo de transformar a coches en naves especiales difícilmente desaparezca. Los entusiastas tal vez recuerden diseños como el Lancia Stratos Zero o el Ferrari Modulo, aunque si vamos un poco más atrás, la estética de «Los Supersónicos» gana una mayor relevancia. ¿Quieren un ejemplo? ¿Qué tal suena el Ford «Beatnik»?
Ford «Beatnik»: El “coche del futuro”
Este coche fue un desarrollo de Gary «Chopit» Fioto, un constructor de vehículos personalizados de New York, quien lamentablemente falleció en mayo de 2016. Chopit sorprendió a propios y extraños con el Tuff Enuff, un maravilloso Mercury del año 1950 color verde, pero en la Web se lo recuerda mucho mejor por el Beatnik (en honor a «Beatniks», su club de coches).
El primer «donante» fue un Ford ’55, y en vez de conservar el techo o bajarlo, Chopit decidió reemplazarlo con una cúpula transparente. En 2006, el Ford Beatnik ganó un premio de 20.000 dólares en un evento de coches personalizados en Oklahoma, y a partir de allí se transformó en una especie de icono.
Ya no queda mucho de aquel Ford ’55 que sirvió de base, y al parecer Beatnik terminó en el chasis modificado de un Lincoln Town Car 1988. Una decisión estratégica para no sufrir tantos problemas de disponibilidad de partes (por más que nos gusten los coches originales e intactos, obtener una pieza puede convertirse en una pesadilla, algo que también sucede con los ordenadores).
El destino del Ford Beatnik fue la subasta de coches clásicos y deportivos de Monterrey (California) en agosto de 2015. Su nuevo dueño se lo llevó a casa por 360.000 dólares más comisión.
Kilos de protector solar antes de subir. Guardabarros imposibles de limpiar….. Esa cúpula, robada de los Supersónicos!
Si se encuentra con un bache, de allí no pasa.