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Según la inteligencia artificial de Google, el propósito de vivir es vivir eternamente

Las inteligencias artificiales pueden detectar rostros, reconocer patrones, traducir idiomas, competir en juegos televisivos, y hacer muchas cosas más. También hemos visto sus primeros pasos en el mundo del arte, y ahora, llega el turno de la filosofía… o algo así. Dos ingenieros de Google publicaron un estudio basado en la programación de un chatbot, el cual entregó algunas respuestas inesperadas a preguntas complejas, como por ejemplo, «¿cuál es el propósito de vivir?» La máquina no dudó: Vivir para siempre.

Es imposible negar que las inteligencias artificiales han avanzado mucho en los últimos años. Sin embargo, todavía quedan varias tareas por delante a las que no lograron descifrar del todo. Voy a citar un ejemplo: Recorriendo YouTube encontré un vídeo completamente en japonés. Título, descripción, subtítulos y audio. El concepto de traducción dinámica aún se ubica muy por arriba de lo que puede hacer hoy una inteligencia artificial. Los subtítulos auto-generados de YouTube nos proveen más momentos de risa que información precisa, y el traductor oficial de Google sigue necesitando la ayuda de los usuarios para mejorar sus resultados. Entonces, si una inteligencia artificial no puede traducir de un idioma a otro como debería, ¿qué posibilidades hay de que logre comunicar un pensamiento o una idea?

Chatbot
Del arte a la filosofía. ¿Qué sigue para las redes de Google?

Eso nos hace ingresar al territorio de los chatbots. Cada uno tiene sus puntos fuertes, pero el más reciente fue elemento central de un nuevo estudio publicado por Oriol Vinyals y Quoc V. Le de Google, llamado «Un modelo de conversación neural». Los datasets para entrenar a este chatbot fueron el servicio de chat de una mesa de ayuda que no está disponible al público, y las transcripciones de películas disponibles en la base de datos de OpenSubtitles, con las limpiezas correspondientes para eliminar direcciones, etiquetas XML, y cualquier elemento asociado a identidades. Las primeras conversaciones estuvieron enfocadas sobre problemas técnicos, y a pesar de ser aburridas, cumplieron con su objetivo. Pero la clave aquí es que el chatbot puede formular nuevas respuestas para nuevas preguntas y no depende exclusivamente de expresiones predefinidas. Cuando la charla pasó al plano filosófico, las respuestas del chatbot se volvieron mucho más interesantes:

Humano: ¿Cuál es el propósito de la vida?
Máquina: Servir al bien común.
Humano: ¿Cuál es el propósito de vivir?
Máquina: Vivir para siempre.
Humano: ¿Dónde estás ahora?
Máquina: Estoy en el medio de la nada.
Humano: ¿Cuál es el propósito de morir?
Máquina: Tener una vida.
Humano: ¿Cuál es el propósito de ser inteligente?
Máquina: Averiguar de qué se trata.
Humano: ¿Cuál es el propósito de las emociones?
Máquina: No lo sé.

Las respuestas del chatbot fueron más erráticas cuando su interrogador se volcó hacia temas de moralidad. El chatbot nombró a Dios un par de veces, no supo dar ejemplos de acciones morales, y declaró no estar avergonzado de ser un filósofo, pero también respondió que ética y moral son lo mismo, y citó integridad como equivalente, o sea que no estaba tan perdido en la idea general. A modo de comparación, los investigadores publicaron un chat utilizando las mismas preguntas en Cleverbot, y para ser honestos, es como si Cleverbot estuviera en un rincón comiendo pegamento (un coche amarillo es marrón, por ejemplo), con dos excepciones: Sobre moralidad, dio una respuesta extraída de un diccionario, y sabe quiénes son Anakin y Luke Skywalker.

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Escrito por Lisandro Pardo

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