No hace mucho vimos un robot de Toyota que tocaba el violin. Hoy es el turno de una maquina construida para interpretar obras musicales valiéndose de un saxofón. Si esta tendencia sigue, antes que termine la década se podrá organizar una banda cuyos músicos sean todos robots.
O casi. Porque antes de contarte cómo funciona este interesante robot saxofonista, tenemos que ser lo más sinceros posibles, y con una mano en el corazón decirte que lo que se puede oír no integrará nunca el disco “Los mejores momentos del Jazz”. Es decir: el trabajo detrás de una maquina como esta es impresionante. La electrónica asociada a cada “dedo” de ese par de manos robóticas, la mecánica de cada articulación, y el control del aire que entra en la boquilla del saxo tiene que haber requerido de muchas (¡pero muchas!) horas de trabajo. No son muchos los que pueden construir un robot así.
Y a pesar de que no se compara a Coltrane, seguramente toca mucho mejor de lo que lo haríamos nosotros aun después de tomar unas cuantas lecciones de saxo.
Si reducimos el robot saxofonista a una serie de bloques funcionales, tendríamos en primer lugar el “cerebro”, encargado de convertir la partitura a interpretar en una serie de órdenes que se envían a los demás bloques. El segundo bloque comprende la lógica de control de cada dedo, y los accionadores mecánicos asociados a ellos. Cuando el “cerebro” dice “toca un DO”, este bloque debe mover los dedos de forma que esa nota sea tocada por el saxo. Y el último bloque es el que se encarga de proporcionar la cantidad de aire necesaria para que el instrumento suene.
Explicado así puede parecer sencillo. Pero no lo es. De hecho, un saxofonista (o pintor, o poeta) humano es algo más que un algoritmo puramente mecánico. Seguramente los sucesores de este robot saxofonista tocarán mucho mejor. El problema a resolver es mucho más complicado que el accionar una u otra llave cuando corresponda tocar uno u otra nota. El oído (y el cerebro) humano es tan agudo a la hora de detectar una diferencia en la interpretación de una canción, que cualquier sutil variación en la misma es interpretada como una desafinación. Y esto le juega en contra al robot.
Tal como puede verse y oírse en el video, no suena demasiado bien. Pero para ser un primer intento, tampoco está mal del todo. Pongámoslo así: seguiremos de cerca el desarrollo de este tipo de robots, deseando que sean cada vez mejores. Pero por ahora, John Coltrane seguirá proporcionando su magia a nuestros momentos de relax.