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Las correrías de tu doble Google

El que nunca haya googleado su propio nombre, que tire la primera piedra.Robert Thompson de Syracuse – el que es profesor de cultura popular en la Universidad de Nueva York, no los otros tres que aparecen en google – dice que buscarse a sí mismo en Internet es un impulso muy humano. Es una tendencia natural el querer saber que uno es parte del mundo, de lo que sucede en él. Pero lo que empieza como un acto de vanidad o validación puede terminar siendo lo opuesto.

Observen el caso de Rebecca Roush, por ejemplo, que buscó su nombre en Google esperando encontrar todos sus logros online. A cambio descubrió a otra Rebecca Roush, tan dedicada a su autopromoción que acaparaba por completo todos los resultados de la búsqueda. No hace falta describir los sentimientos de la primera Rebecca, que ya ha comenzado a pensar que su doble es una persona malvada, mientras se esmera en hacer suficientes hits en su propio sitio para superar a la “impostora”. Es que descubrir tus dobles, a veces puede ser un golpe bajo. Desmerece la individualidad o, en el caso de Rebecca, los propios logros. Ni hablar si tu doble gusta de hacer desmanes, dejando a un nombre completo con manchas en su haber.

Otro problema de los dobles en el mundo de Internet es el que sufre Karen Sandler – la novelista, no el agente inmobiliario – que debió conformarse con un dominio .net por llegar tarde al registro de su, supuestamente personal, nombre. Podría haber sido peor, como en el caso de los mails, en que debes agregar a tu nombre varios guiones y tu fecha de nacimiento más tu DNI y quizás tu número de la suerte para no recibir el endemoniado mensaje de que el usuario ya existe.

Internet ha abierto muchas puertas, ampliando el sentido de comunidad y el acceso a información, permitiendo conexiones antes imposibles. Uno se enfrenta a la realidad de que su nombre no es único e irrepetible y debe cuidarse de no caer en la obsesión, sea competitiva o empática. Aunque a veces existen muchas similitudes entres quienes comparten sus nombres; sean profesionales, situacionales o personales, no podemos atribuirlo más que a la pura coincidencia que permite la repetición a gran escala.

Como dice Thompson – el profesor – un montón de personas compartirán nuestros nombres, pero tenemos el consuelo de saber que como humanos, somos tan individuales como copos de nieve. Ahora ve a Google, pon tu nombre y presiona Buscar (haremos de cuenta que nunca lo has hecho. Claro, claro, te creemos) y ten piedad de tus dobles, ten en cuenta que ellos pueden pensar lo mismo de ti.

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Escrito por editorwp_constanza

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