Un par de semanas atrás, Kaspersky decidió retirar sus demandas contra Microsoft, luego de que el gigante de Redmond accediera a implementar varios cambios en el próximo Fall Creators Update de Windows 10. Sin embargo, todo parece indicar que el desarrollador ruso cambió un problema por otro, y ahora se encuentra en la mira del gobierno estadounidense. El conflicto es tan grande que Eugene Kaspersky llegó a ofrecer el código fuente de sus productos, pero eso no fue suficiente, y el FBI entró en contacto con varias compañías para que abandonen a ese software.
La historia lleva en el horno un par de años, pero fue la gente de Bloomberg la que terminó de formalizar la acusación a través de un artículo llamado «Kaspersky Lab ha estado trabajando con la Inteligencia Rusa». El texto procede a explicar que la firma tiene más de 400 millones de usuarios, y que la mitad de ellos ni siquiera lo saben, cortesía de licencias especiales y la integración de su software en equipos como firewalls y servidores. A pesar de la «buena» relación que mantienen las superpotencias, Kaspersky se convirtió rápidamente en un punto de fricción. En junio pasado, el Comité de Servicios Armados del Senado recomendó prohibir al Departamento de Defensa el uso de productos Kaspersky a partir de 2018, y pocos días antes de ese informe, el FBI visitó a empleados de Kaspersky en los Estados Unidos.
En un intento por no perder los jugosos contratos de defensa, Eugene Kaspersky llegó al extremo de ofrecer código fuente para que sea auditado, y testificar ante el Congreso. ¿Que sigue ahora? La última información disponible sugiere que el FBI contactó a varias compañías privadas, principalmente dedicadas a la tecnología y la energía. En esas reuniones, la agencia de inteligencia presentó diferentes elementos vinculados a Kaspersky que apuntan en dirección contraria a los intereses de la seguridad nacional, entre los que se destaca la acusación de haber falsificado malware para perjudicar a sus competidores. El sector energético fue «rápido» con su cooperación, pero el resto de las firmas han demostrado cierta resistencia al discurso federal.
La postura de Kaspersky es muy predecible: La compañía se ve a sí misma como víctima de una pelea geopolítica, y ha repetido hasta el cansancio que no mantiene lazos con ningún gobierno. Técnicamente, no existe ni una sola pieza de evidencia que confirme la relación entre Kaspersky y la inteligencia rusa, pero lo más probable es que veamos una estrategia de reciprocidad por parte del Kremlin.